miércoles, 18 de septiembre de 2019

Enrique Verástegui


Enrique Verástegui

I

En una tarde de enero de 2009 Raúl Heraud, César Pineda Quilca y Miguel Ildefonso abordaron en su domicilio del distrito de La Molina al poeta, narrador y matemático Enrique Verástegui. En realidad el autor de Ética ha practicado casi todos los géneros literarios, incluidos el ensayo y el teatro (recientemente apareció una pieza teatral en la Revista Hispanoamericana de Literatura).

“Me gusta el rock punk”, respondió Enrique con su grave voz y ceremonioso ante la pregunta de sus gustos musicales. Sentado en el sofá aspiraba su incansable cigarrillo. ¿Cómo te consideras?: “Últimamente como filósofo.” ¿Qué autor te interesa? (le bombardeaban las preguntas): “Para esta época me gusta Fritjof Capra. Es un teórico de la ecología, que ha revolucionado el mundo. Es un hombre llamado a salvar el planeta. Me preocupa el tema de la herencia, qué le vamos a dejar a nuestros hijos, debemos dejarles un planeta sano por lo menos.”  ¿Y cuándo escribes? ¿Prefieres el silencio?: “Yo me abstraigo en el momento de escribir, sin perturbarme, lo hago de corrido, sin tomar en cuenta la bulla, aunque últimamente prefiero el silencio. Antes escribía de 7 de la mañana a 11 de la noche, eso era hace años. Ahora escribo de vez en cuando debido a un cambio de técnica, antes vivía en una inspiración permanente. Hoy es la inspiración instantánea.” Enrique Verástegui se ha entregado a la poesía en cuerpo y alma. Desde su regreso al Perú, desde su estadía en Cañete, al sur de Lima, siempre ha recibido la visita de jóvenes poetas que quieren saber qué hay detrás de su leyenda, pero, ante todo, saber de la poesía. Y él les presta atención como un monje a sus amigos. 

_ Raúl Heraud (psicólogo de profesión) cuenta que en una etapa de su vida asistió a unas sesiones de psicoterapia: “Uno libera fantasmas, libera recuerdos, mata a su padre, revive a su padre, de ahí salió mi libro Arte de la destrucción. Ahí yo era el objeto poético.”
_ Enrique: “Desde mi primer libro, la primera persona es algo o alguien inventado, esto me permite a mí distanciarme del objeto.”
_ Raúl: “¿Es un alter ego?”
_ Enrique: “No tiene nada que ver conmigo. Etica se hizo en función al acontecer contemporáneo, muy vinculado a la caída del Muro de Berlín, que coincidió con la teoría de la vida de Vico, que es un filósofo italiano del Renacimiento. Todo confluye al hogar al final, luego de pasar por la historia. Tengo escrito El Modelo del Teorema. Curso de Matemáticas para Ciberpunks, que es un libro de matemáticas y filosofía; Apología pro totalidad. Ensayo sobre Stephen Hawking, acerca de la totalidad del conocimiento, que aborda la lógica y las matemáticas; y he escrito un Tratactus ilogico mathematicus, que trae abajo 2000 años de lógica aristotélica, para fundar una nueva lógica más abierta y más exacta.”
_ César Pineda (miembro de Letra en Llamas): “¿Y cuál es la relación entre la ciencia y la poesía?”
_ Enrique: “Es una relación directa y está dada a través de la música. La música forma parte de la ciencia y del mundo. Poesía es ritmo, y el ritmo es matemática.”
_ Miguel Ildefonso (?): “El otro día decías que ibas a ser recordado más como matemático.”
_ Enrique: “Lo dije en una noche entre copas (risas). En realidad, no sé cómo voy a ser recordado, pero lo posible es que sea recordado como matemático, como inventor.”

En un momento de la plática salió el tema del bombardeo en la Franja de Gaza: “Yo formo parte de un tribunal internacional que postula la toma de conciencia acerca del medio ambiente en el momento en que la tierra tiene una crisis ecológica. Dado que, desde hace decenios, en el Medio Oriente se vive una crisis política, el tribunal al cual pertenezco exhorta públicamente a que cesen los bombardeos, que no es bombardeando (a Irán) como se van a solucionar los problemas, sino pidiendo que Israel ocupe un asiento permanente en el consejo de seguridad de la ONU para que se solucione definitivamente la crisis en Medio Oriente.”

_ César: “Edmundo de la Sota, si bien recuerdo, plantea en tu obra una poética de la esfinge, del vínculo que hay entre la ciencia, la filosofía, la religión, etc.”
_ Enrique: “Mi poesía no es difícil, creo que una obra se debe leer con placer. El lector ha de introducirse en ese mundo para acceder al conocimiento, a una epistemología del mundo contemporáneo; y, a la vez, hallar una salida a la crisis. Mi poesía no solo es de crítica, es también visionaria, en la medida en que aparece el Internet, por ejemplo; y aparece la computadora veinte años antes de que se conozca. La poesía enfrenta, en estos tiempos, a problemas tecnológicos, ecológicos, religiosos, que tienen que ser resueltos con una enorme lucidez. Raúl Heraud, cuando publica Arte de la destrucción, lo que hace es un tipo de poesía religiosa, al plantearla como la destrucción del mal, por ejemplo; y con eso ya se vislumbra la búsqueda del bien. Al igual que el erotismo en la poesía de las mujeres, que es la búsqueda del bien, y , es más, es haber encontrado el bien. En una época de corrupción, de destrucción, el erotismo es el más alto nivel al que puede llegar el ser humano.”
_ César: “¿Qué no ha escrito Verástegui todavía?”
_ Enrique: “Me gustaría escribir algunos ensayos, relacionados a la escritura y sobre el mundo contemporáneo. No lo hago porque falta el estímulo del editor, no hay editores en el Perú. No puedo perder el tiempo en un texto que nunca va a ser publicado; me gustaría escribir en abundancia, si es que tuviera un editor seguro como lo tuve - y esto es un homenaje - hasta que falleció Carlos Milla Batres, no solo era mi editor sino un gran amigo.”

Milla Batres fue quien editó el libro que removió la poesía peruana a inicios de los años 70: En los extramuros del mundo, el primer libro de poesía de Enrique Verástegui, tiempo después le sería otorgado la Beca Guggenheim, con el cual emprendería su viaje a Europa. “La aparición del Internet cambia la mentalidad de las personas, la poesía va a enfrentarse al Internet, a un nuevo tipo de comunicación. La poesía debe adaptarse a ese nuevo cambio de comunicación y sobrevivir, para luego tomar el poder. Por el momento se trata de que la poesía sobreviva en un mundo de celulares, Internet, DVDs. Tantos inventos que aparecen todos los días, y que desaparecen por igual, revelan que la poesía tiene un sentido: el sentido de la permanencia.”

César: “¿Cómo sientes la muerte de los poetas, Juan Ramírez Ruiz, Alejandro Romualdo, Manuel Morales?”
Enrique: “La sensación de las perdidas irreparables es siempre una sensación de rechazo hacia la muerte. Y el comportamiento de los gobernantes frente a los poetas no refleja sino la búsqueda de un cierto chantaje a los poetas, al querer buscar una poesía que les sea adulona. La poesía es conciencia crítica, conciencia crítica que no es el hablar en contra por hablar en contra, sino es la rebelión creadora frente a la realidad que, por definición, es deficiente siempre. La poesía es la nueva utopía, lo decía Rimbaud: el poeta debe ir por delante de la acción.”

Enrique hace un silencio algo prolongado, y echando una bocanada de humo señala: “Me aterra la muerte no solo por convicciones ideológicas, de pensamiento, sino por cuestiones biológicas. Tener la conciencia de estar vivo es tener la conciencia de la plenitud; y la muerte no es la plenitud, es la decadencia. Creo en Dios, soy religioso y católico. Aunque a los 15 años perdí la fe por un momento; perdí la fe pero no el contacto con Salomón, con el Cantar de los cantares.”

El poeta horazereano cuenta que sus textos inéditos se encuentran en Mar del Plata, con una querida amiga argentina, y en las manos de un joven amigo poeta e investigador literario de Lima. Al final de la reunión los poetas se toman una foto juntos, se dan un abrazo de despedida. Y, por supuesto, muchas palabras quedarán en la grabadora. (M. I.)

  
II

En este invierno limeño del mes de julio, fui a visitar, en su nueva morada, a uno de los poetas más importantes del Perú, y querido amigo, Enrique Verástegui (1950), autor de libros fundamentales como En los extramuros del mundo y Angelus novus, que conforman, entre otros, una obra mayor al que ha titulado Ética.

¿Luego de escribir Ética, qué has estado escribiendo en poesía?

Luego de la Ética he publicado Ensayos sobre ingeniería y Teorema del Yu, y que tuvieron excelente acogida. Al trasladarme de Cañete a Lima, y sin tener prefijado, he estado escribiendo algunos poemas que pienso que pueden cerrar la Ética como un libro quinto. Y se titularía: Colorario: teoría de los cambios. Es un libro que está en poder la Universidad de Argentina y a quien le he legado mi novela. No tengo ningún interés prioritario por publicar ni mi poesía ni mi novela ni mis ensayos. He estado escribiendo como una cuestión de exorcismo del conocimiento para acceder a un nuevo tipo de conocimiento.

Una querida amiga poeta Carolina Fernández me contó hace poco que le dijiste que ya no ibas a escribir más poesía. ¿Es cierto?

Bueno, eso se lo dije a Carolina hace menos de una semana por teléfono, en un momento en que se me había ocurrido formar el Tribunal Internacional para Crímenes de Guerra, y dedicarme toda la vida a luchar por la justicia y los derechos humanos, teniendo como capital la Ética y mi libro de matemáticas. Pero eso es un decir, porque no he hecho nada por formar el Tribunal todavía, y no sé si encontraré apoyo.

Acabo de leer en la revista huanuqueña Letra Muerta dos poemas inéditos tuyos muy hermosos, uno de ellos se titula Madres. ¿En qué estado lo escribiste?

Lo escribí a propósito de la muerte de la madre de un amigo pintor y la muerte de la madre de una amiga, y que me llenaron de tanta pena que no tuve otra opción que escribir ese poema. Este es el poema:

Madres

Estas lágrimas en las flores
Son mi corazón condolido por tantas mamás que parten
Con el cambio de siglo, con el cambio de época,
Dirigiéndose al cielo desde donde contemplan
A sus hijos, compungidos, huraños, mascándose las uñas,
Deseando volver a verlas
Para abrazarlas, rendirles la pleitesía que se merecen.
Dejaron progenie, herencia.
Tanto dolor desgarra mi corazón desolado.

Entonces Verástegui sigue escribiendo poesía, no se ha terminado.

No. Yo a lo que estoy es a la espera de una computadora portátil multimedia para escribir nuevos libros, no quiero escribir en una Pentium IV, por ejemplo. Quiero escribir allí los grandes proyectos que todavía me faltan escribir, que ya están organizados en mi mente.

¿Cuándo fue que te planteaste la escritura de Ética?

En el momento mismo en que empecé a escribir Monte de goce, que es el libro del pecado, lo concluí con Albus a los 45 años, pero es un libro que había dejado en tiempo. El título está vinculado anagramáticamente con la estética. La Ética es la estética del siglo XXI y así será recordado. Un libro de estética, de ética y de episteme, de epistemología, de conocimiento, que analiza y postula un nuevo tipo de conocimiento en un mundo globalizado no tanto por la economía como por la tecnología, que es la Internet, por ejemplo, y en un mundo que necesita una luz en medio de este caos que son las guerras contemporáneas... Más bien tengo la mente puesta en mi novela, Terceto de Lima, que según Vargas Llosa fue la mejor novela de la década del 90.

Bueno. Hablando de novela, ¿leíste Los detectives salvajes?

Si Roberto Bolaño se permitía atacar a Vargas Llosa, por qué no puedo atacar yo a Roberto Bolaño y decir que es un mediocre novelista. Mediocre porque ha tergiversado la vida los escritores que él retrata. Ha tergiversado el sentido de la vida de los escritores, lo cual está muy lejos de la ficción y de la realidad.

¿Piensas reeditar esta novela?

No. Solo quiero vivir tranquilo aquí, en La Molina, en una zona pituca de Lima, y pasar la vida leyendo a Harold Bloom, por ejemplo, que me fascina ahora.

Mencionaste las guerras de hoy, ¿estás al tanto de lo que está sucediendo?

Estoy horrorizado, a tal punto que apago el televisor y cierro el periódico, y no puedo leer nada, porque todo es muerte, sangre, tragedia, guerra.

¿Y qué pasa con la poesía en una época como esta? ¿Qué fue de esos años con  Marcuse y de los hippies?

Falta un poeta que se enfrente al poder y proclame la paz. Nos falta un Allen Ginsberg actualmente que tuvo el coraje de enfrentarse a los Estados Unidos en plena guerra de  Vietnam, en nombre de la paz y de la libertad de conciencia. Tú has citado a Marcuse, y así como otros, es un nombre que ha dado un tipo de reflexión críticamente válido en la sociedad, en tanto que el marxismo leninismo de la Unión Soviética era vigente, y que postulaba una democratización de Rusia, de paso. En tanto que la Rusia soviética no existe, ese pensamiento crítico de la sociedad ha dejado de existir.

¿En qué consiste tu trabajo con las matemáticas?

Empecemos hablando de El motor del deseo, es un libro de ensayo y de análisis de la dialéctica, que escribí en las islas Baleares y en París en los años setentas, y que constituye un libro que no ha sido superado en tanto que se ocupa de la dialéctica y de la poesía; y no tanto solo de la poesía, sino se ocupa de la dialéctica y de las producciones del texto literario, en tanto que poema, drama o novela. Terminado eso, y derribado el muro de Berlín años después, y ya después de que en Barcelona hiciera un análisis del juego de ajedrez, ese libro de matemáticas que salió el año 95, El modelo del teorema,  es un libro que revoluciona las matemáticas puras y postula un nuevo tipo de matemáticas tanto como un nuevo tipo de filosofía.

¿Cómo piensas que será recordado Enrique Verástegui?

Yo no sé cómo voy a pasar a la historia. Ya quizás esté a punto de morirme, porque sufro del colesterol, puede darme un ataque cardiaco o un derrame cerebral. Lo que sé es que todo lo que he hecho está bien hecho. He hecho una buena poesía, una buena matemática, un buen ensayo y una buena novela. El cómo voy a pasar a la historia me tiene sin cuidado. Lo que me interesa y satisface es tener la conciencia tranquila, ahora que ya se emplea la palabra conciencia, de que he dedicado mi vida a producir cultura, una cultura que enaltece al hombre, y que continuamente recibo las gracias de mis lectores, muchos de los cuales son jóvenes como tú.






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