miércoles, 18 de septiembre de 2019

Oscar Hahn

Oscar Hahn


Dice usted: “Todo lugar es proyectado desde adentro/ todo lugar es superpuesto en el espacio”. Cito esto, porque la imaginación es muy importante en su poesía, tal vez el espacio privilegiado de la poesía. ¿El poeta es “una especie de médium de fuerzas extrañas”, entre la realidad y lo que puede haber más allá?

Antes que nada habría que aclarar que mis observaciones se refieren sólo a mi propia poesía y no a la poesía en general.  Lo que quise decir fue que para mí el acto de escribir no es un asunto de mi voluntad.  Ni siquiera elijo el tema.  Algunos versos del futuro poema se me aparecen sorpresivamente, como si me fueran enviados por esas “fuerzas extrañas que usted menciona, y a partir de esas “apariciones”, que podríamos llamar “profanas” para distinguirlas de las apariciones religiosas, el tema empieza a engendrarse. Yo actúo más bien como una especie de médium entre dos dimensiones.  Creo que un ejemplo puede ayudar a entender esto.  Un día cualquiera se me apareció el siguiente verso: “Tienen rabia los cantantes de rock and roll”.  Obviamente, los cantantes de rock and roll son centenares, así que yo no siquiera sabía a quiénes se referían.  En algún punto descubrí que tenía que ver con Kurt Cobain, el líder del grupo “Nirvana”.  Ahora, si usted me pregunta: ¿Por qué Kurt Cobain?, no podría responderle.  Antes de la “aparición” yo ni siquiera tenía los discos de “Nirvana”.

Su poesía es una suerte de campo de posibilidades como los sueños, pleno de azares, de libertad, de fusión de lo divino y sagrado, donde también está permitido el destino. El arte, ha dicho usted, “es un pasaje a otra realidad”. ¿Qué papel cumplen los fantasmas en nuestra vida? ¿Cómo le nace su inclinación por la literatura fantástica?

Bueno, esas “apariciones” son en cierto modo como fantasmas de poemas que buscan encarnar en el lenguaje, pero más allá de eso, desde hace algún tiempo tengo la sensación de que, además de los fantasmas tradicionales, de esos fantasmas que penan después de que las personas se mueren, hay otros fantasmas.  Yo los llamo “pre-fantasmas”.  Son personas que todavía no han nacido. Más aún, son personas que todavía no han ingresado en la materia biológica de la cual nacen los seres vivos, y también andan penando por ahí, también se aparecen, pero la gente cree que son los otros fantasmas.  Es posible que me haya imaginado esto por influencia de la literatura fantástica, pero le aseguro que por lo menos dos veces he tenido la sensación de que tenía frente a mí a uno de esos pre-fantasmas.   La literatura fantástica se manifiesta mejor en la narrativa, sin embargo igual le ha abierto caminos a mi poesía, porque me ha revelado una forma de imaginar que no habría percibido si me hubiera limitado sólo a la poesía.


¿Podría contarnos cómo y dónde surgió el poema Una noche en el café Berlioz? Particularmente es uno de mis favoritos, no sólo porque tiene muchos elementos presentes en su poesía: lo fantástico, el tema de la muerte y el amor, el montaje cinematográfico, la intertextualidad (en este caso con Joyce), entre otros. ¿Existió una Muriel?

Ese poema me puede servir para complementar mis respuestas anteriores.  No quiero dejar la impresión de que las “apariciones” no tienen nada que ver con la realidad.  Muy por el contrario.  Aunque no lo sepa a priori, siempre, cuando el poema ya está terminado, puedo descubrir que el contexto en el cual se sitúa la aparición, se funda en alguna experiencia real.  Usted me pregunta por “Una noche en el Café Berlioz”.  Déjeme decirle que en un sentido estricto el Café Berlioz no existe.  Yo diría que es como la versión fantasmagórica de un Café que sí existe y que está en Santiago.  Gran parte de lo que ocurre en el poema está basado en una historia real.  Incluso varios de los parlamentos fueron transcritos textualmente.   Ese poema pudo haber sido realista, sin embargo las fuerzas extrañas metieron la mano y lo convirtieron en un poema fantástico, en el que el protagonista es una especie de Drácula.  ”Muriel”, la amante muerta, es un personaje ficticio, pero está basado en una persona real, que no se llama Muriel y que por lo demás goza de muy buena salud.  Más allá de los elementos fantásticos, creo que “Una noche en el Café Berlioz” es un poema de amor.

¿En estos tiempos en que “caminamos de la mano por el supermercado/ entre las filas de cereales y detergentes” puede existir todavía la posibilidad del amor?

Dante Alighieri dice que el amor mueve el sol y las otras estrellas.  Así es.  El problema es que cuando hay un exceso de odio en el mundo, el odio también puede mover y perturbar el orden de la naturaleza.  Y eso es lo que está pasando ahora mismo.  Las toneladas de odio mutuo que se reparten los norteamericanos y los árabes, los palestinos y los judíos, sin hablar de los múltiples grupos de terroristas diseminados por el planeta, a lo que habría que sumar muchos ejércitos regulares (que no son más que terroristas con licencia), todo este odio, repito, ha cargado el planeta de una cantidad tan enorme de energía negativa, que no sólo nos va a afectar moralmente, sino, aunque parezca ciencia-ficción, también nos va a afectar bajo la forma de catástrofes naturales.  El amor de pareja puede florecer en cualquier parte y bajo cualquier circunstancia, incluso en un supermercado, pero ese sentimiento de solidaridad que reclamaba Vallejo en su poema “Masa”, y que es el amor al prójimo, está en grave peligro de muerte.

Lo apocalíptico es otro de sus temas, como el poema Visión de Hiroshima. ¿Hay alguna función social en el poeta?

Debería empezar puntualizando lo siguiente.  Una cosa es el poeta como creador y otra el poeta como ciudadano.  Como ciudadano tiene las mismas obligaciones sociales que tiene todo el mundo.  Como creador, en cambio, ya no importa su persona civil, sino lo que hace con su pluma.  En este caso, su primera obligación es escribir buenos poemas.  Un poema social malo no ayuda ni a la sociedad ni a la poesía.  El problema es que en los años sesenta se abusó tanto de la frase “la función social de la poesía”, que terminó desacreditándose.  No porque la poesía no pueda tener una función social, sino porque se la usó para servir a una ideología.  La verdadera poesía social no es sirviente de nadie y tiene que cumplir no una, sino dos funciones: una función estética y una función ética.  “Visión de Hiroshima” surgió primero como aparición, pero pronto se transformó en un llamado de alerta hacia el peligro de una guerra nuclear.   Gracias a la extraordinaria ceguera e irresponsabilidad del ser humano, el Apocalipsis puede estar a la vuelta de la esquina.

¿Qué tan importante es la crítica para el desarrollo de la poesía y para la formación del poeta?

Es muy relativo.  El poeta, sobre todo el poeta joven, necesita mucha entereza y tiene que ser muy honesto cuando se enfrenta a la crítica.  Cuando los reparos del crítico son justos y bien ponderados, tiene que saber calibrarlos y ver de qué modo puede beneficiarse de ellos.  El problema son los críticos cuyo alcance intelectual es limitado y que no están calificados por valorar nada.  Además están aquellos que no emiten juicios, sino prejuicios. Entonces tiene que haber una interacción: el crítico enjuicia al escritor, pero el escritor también enjuicia al crítico.  En la formación del poeta influyen muchos factores y el que acabo de describir es sólo uno de ellos.  Para mí, sin embargo, lo que tiene más peso son las lecturas.  No de ensayos sobre la poesía, sino lecturas de poemas.  Nuestros mejores maestros son los versos -buenos o malos- de otros poetas.  Enseñan lo que uno debe hacer y también lo que no debe hacer.  Es decir, predican con el ejemplo.

Me pareció magnífica la explicación que dijo en una entrevista, cuando se refería a las influencias, aquello de que las letras de Mick Jagger las recibía tal como presenciaba el “show” de Luis de Góngora. ¿Usted escucha mucho rock? ¿Qué músicos les gusta?


Siempre he tenido la idea de que todas las obras de arte son coetáneas.  Me explico.  Nadie viaja al siglo XVII para leer a Góngora.  Uno lo lee hoy día mismo, en el presente, y minutos después puede leer las letras de Mick Jagger.  Es por eso quizás que mi poesía se nutre sin problemas de las obras más distantes en el tiempo y de estéticas que pueden ser hasta contradictorias.  Con respecto a la segunda parte de la pregunta, cuando joven escuchaba música rock como Elvis, los Beatles o los Rolling Stones, y a cantantes como Bob Dylan, pero pienso que el rock ha decaído mucho en los últimos años.  Música clásica he escuchado desde siempre, aunque en esto, como en todas las cosas, soy bastante pluralista.  No tengo un compositor favorito.  Un mes puede ser uno y al mes siguiente otro.  Puedo pasar tranquilamente de Bach a Debussy o de Vivaldi a Alban Berg.  Pienso, eso sí,  que salvo unas pocas excepciones, la verdadera música clásica del siglo XX es el jazz.  A pesar de que vivo hace 30 años en Estados Unidos, sólo recientemente he descubierto el jazz.   Entre los músicos que más me gustan podría nombrar a Duke Ellington, Miles Davis y Billy Holiday.  El jazz es capaz de expresar toda la gama de sentimientos que tiene el ser humano.

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