Oscar Hahn
Dice usted: “Todo
lugar es proyectado desde adentro/ todo lugar es superpuesto en el espacio”.
Cito esto, porque la imaginación es muy importante en su poesía, tal vez el
espacio privilegiado de la poesía. ¿El poeta es “una especie de médium de
fuerzas extrañas”, entre la realidad y lo que puede haber más allá?
Antes que nada habría que aclarar
que mis observaciones se refieren sólo a mi propia poesía y no a la poesía en
general. Lo que quise decir fue que para
mí el acto de escribir no es un asunto de mi voluntad. Ni siquiera elijo el tema. Algunos versos del futuro poema se me
aparecen sorpresivamente, como si me fueran enviados por esas “fuerzas extrañas
que usted menciona, y a partir de esas “apariciones”, que podríamos llamar “profanas”
para distinguirlas de las apariciones religiosas, el tema empieza a
engendrarse. Yo actúo más bien como una especie de médium entre dos
dimensiones. Creo que un ejemplo puede
ayudar a entender esto. Un día
cualquiera se me apareció el siguiente verso: “Tienen rabia los cantantes de
rock and roll”. Obviamente, los
cantantes de rock and roll son centenares, así que yo no siquiera sabía a
quiénes se referían. En algún punto
descubrí que tenía que ver con Kurt Cobain, el líder del grupo “Nirvana”. Ahora, si usted me pregunta: ¿Por qué Kurt
Cobain?, no podría responderle. Antes de
la “aparición” yo ni siquiera tenía los discos de “Nirvana”.
Su poesía es una
suerte de campo de posibilidades como los sueños, pleno de azares, de libertad,
de fusión de lo divino y sagrado, donde también está permitido el destino. El
arte, ha dicho usted, “es un pasaje a otra realidad”. ¿Qué papel cumplen los
fantasmas en nuestra vida? ¿Cómo le nace su inclinación por la literatura
fantástica?
Bueno, esas “apariciones” son en
cierto modo como fantasmas de poemas que buscan encarnar en el lenguaje, pero
más allá de eso, desde hace algún tiempo tengo la sensación de que, además de
los fantasmas tradicionales, de esos fantasmas que penan después de que las
personas se mueren, hay otros fantasmas.
Yo los llamo “pre-fantasmas”. Son
personas que todavía no han nacido. Más aún, son personas que todavía no han
ingresado en la materia biológica de la cual nacen los seres vivos, y también
andan penando por ahí, también se aparecen, pero la gente cree que son los
otros fantasmas. Es posible que me haya
imaginado esto por influencia de la literatura fantástica, pero le aseguro que
por lo menos dos veces he tenido la sensación de que tenía frente a mí a uno de
esos pre-fantasmas. La literatura
fantástica se manifiesta mejor en la narrativa, sin embargo igual le ha abierto
caminos a mi poesía, porque me ha revelado una forma de imaginar que no habría
percibido si me hubiera limitado sólo a la poesía.
¿Podría contarnos
cómo y dónde surgió el poema Una noche en el café Berlioz? Particularmente es
uno de mis favoritos, no sólo porque tiene muchos elementos presentes en su
poesía: lo fantástico, el tema de la muerte y el amor, el montaje
cinematográfico, la intertextualidad (en este caso con Joyce), entre otros.
¿Existió una Muriel?
Ese poema me puede servir para
complementar mis respuestas anteriores.
No quiero dejar la impresión de que las “apariciones” no tienen nada que
ver con la realidad. Muy por el contrario. Aunque no lo sepa a priori, siempre, cuando
el poema ya está terminado, puedo descubrir que el contexto en el cual se sitúa
la aparición, se funda en alguna experiencia real. Usted me pregunta por “Una noche en el Café
Berlioz”. Déjeme decirle que en un
sentido estricto el Café Berlioz no existe.
Yo diría que es como la versión fantasmagórica de un Café que sí existe
y que está en Santiago. Gran parte de lo
que ocurre en el poema está basado en una historia real. Incluso varios de los parlamentos fueron
transcritos textualmente. Ese poema
pudo haber sido realista, sin embargo las fuerzas extrañas metieron la mano y
lo convirtieron en un poema fantástico, en el que el protagonista es una
especie de Drácula. ”Muriel”, la amante
muerta, es un personaje ficticio, pero está basado en una persona real, que no
se llama Muriel y que por lo demás goza de muy buena salud. Más allá de los elementos fantásticos, creo
que “Una noche en el Café Berlioz” es un poema de amor.
¿En estos tiempos
en que “caminamos de la mano por el supermercado/ entre las filas de cereales y
detergentes” puede existir todavía la posibilidad del amor?
Dante Alighieri dice que el amor
mueve el sol y las otras estrellas. Así
es. El problema es que cuando hay un
exceso de odio en el mundo, el odio también puede mover y perturbar el orden de
la naturaleza. Y eso es lo que está
pasando ahora mismo. Las toneladas de
odio mutuo que se reparten los norteamericanos y los árabes, los palestinos y
los judíos, sin hablar de los múltiples grupos de terroristas diseminados por
el planeta, a lo que habría que sumar muchos ejércitos regulares (que no son
más que terroristas con licencia), todo este odio, repito, ha cargado el
planeta de una cantidad tan enorme de energía negativa, que no sólo nos va a
afectar moralmente, sino, aunque parezca ciencia-ficción, también nos va a
afectar bajo la forma de catástrofes naturales.
El amor de pareja puede florecer en cualquier parte y bajo cualquier
circunstancia, incluso en un supermercado, pero ese sentimiento de solidaridad
que reclamaba Vallejo en su poema “Masa”, y que es el amor al prójimo, está en
grave peligro de muerte.
Lo apocalíptico es
otro de sus temas, como el poema Visión de Hiroshima. ¿Hay alguna función
social en el poeta?
Debería empezar puntualizando lo
siguiente. Una cosa es el poeta como
creador y otra el poeta como ciudadano.
Como ciudadano tiene las mismas obligaciones sociales que tiene todo el
mundo. Como creador, en cambio, ya no
importa su persona civil, sino lo que hace con su pluma. En este caso, su primera obligación es
escribir buenos poemas. Un poema social
malo no ayuda ni a la sociedad ni a la poesía.
El problema es que en los años sesenta se abusó tanto de la frase “la
función social de la poesía”, que terminó desacreditándose. No porque la poesía no pueda tener una
función social, sino porque se la usó para servir a una ideología. La verdadera poesía social no es sirviente de
nadie y tiene que cumplir no una, sino dos funciones: una función estética y
una función ética. “Visión de Hiroshima”
surgió primero como aparición, pero pronto se transformó en un llamado de
alerta hacia el peligro de una guerra nuclear.
Gracias a la extraordinaria ceguera e irresponsabilidad del ser humano,
el Apocalipsis puede estar a la vuelta de la esquina.
¿Qué tan importante
es la crítica para el desarrollo de la poesía y para la formación del poeta?
Es muy relativo. El poeta, sobre todo el poeta joven, necesita
mucha entereza y tiene que ser muy honesto cuando se enfrenta a la
crítica. Cuando los reparos del crítico
son justos y bien ponderados, tiene que saber calibrarlos y ver de qué modo
puede beneficiarse de ellos. El problema
son los críticos cuyo alcance intelectual es limitado y que no están calificados
por valorar nada. Además están aquellos
que no emiten juicios, sino prejuicios. Entonces tiene que haber una
interacción: el crítico enjuicia al escritor, pero el escritor también enjuicia
al crítico. En la formación del poeta
influyen muchos factores y el que acabo de describir es sólo uno de ellos. Para mí, sin embargo, lo que tiene más peso
son las lecturas. No de ensayos sobre la
poesía, sino lecturas de poemas.
Nuestros mejores maestros son los versos -buenos o malos- de otros
poetas. Enseñan lo que uno debe hacer y
también lo que no debe hacer. Es decir,
predican con el ejemplo.
Me pareció
magnífica la explicación que dijo en una entrevista, cuando se refería a las
influencias, aquello de que las letras de Mick Jagger las recibía tal como
presenciaba el “show” de Luis de Góngora. ¿Usted escucha mucho rock? ¿Qué
músicos les gusta?
Siempre he tenido la idea de que
todas las obras de arte son coetáneas.
Me explico. Nadie viaja al siglo
XVII para leer a Góngora. Uno lo lee hoy
día mismo, en el presente, y minutos después puede leer las letras de Mick
Jagger. Es por eso quizás que mi poesía
se nutre sin problemas de las obras más distantes en el tiempo y de estéticas
que pueden ser hasta contradictorias.
Con respecto a la segunda parte de la pregunta, cuando joven escuchaba
música rock como Elvis, los Beatles o los Rolling Stones, y a cantantes como
Bob Dylan, pero pienso que el rock ha decaído mucho en los últimos años. Música clásica he escuchado desde siempre,
aunque en esto, como en todas las cosas, soy bastante pluralista. No tengo un compositor favorito. Un mes puede ser uno y al mes siguiente otro. Puedo pasar tranquilamente de Bach a Debussy
o de Vivaldi a Alban Berg. Pienso, eso
sí, que salvo unas pocas excepciones, la
verdadera música clásica del siglo XX es el jazz. A pesar de que vivo hace 30 años en Estados
Unidos, sólo recientemente he descubierto el jazz. Entre los músicos que más me gustan podría
nombrar a Duke Ellington, Miles Davis y Billy Holiday. El jazz es capaz de expresar toda la gama de
sentimientos que tiene el ser humano.
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